miércoles, 28 de noviembre de 2012

Alexander Pearce

Hoy os traigo una historia que, aunque increíble, es absolutamente cierta.
Nuestra historia comienza en 1790, Irlanda, en el condado de Fermanagh nace nuestro protagonista, Alexander Pearce, un joven campesino de extracción humilde que para ir tirando compaginaba su labor en el campo con pequeños hurtos. Hasta que un buen día todo cambió para él. Corría el año de 1819 cuando…… un momento, un momento. Antes pongámonos en situación.
El Imperio Británico, dueño y señor del mar, el vasto, el vastísimo Imperio Británico. Y entre los más recónditos rincones de ese Imperio, Australia. Y entre los más recónditos rincones de Australia, Tasmania. Por decirlo de alguna manera, la cloaca del Imperio. Pero el Imperio necesitaba colonizar incluso las cloacas y sus colonos fueron los reos, presos, borrachos, ladrones, asesinos, tunantes, buscavidas, violadores, estafadores, traidores y gentes de mal vivir. Ya que muchos, después de cumplir condena, quedaban allí con un pequeño trozo de terreno donde poder construir una pequeña granja en medio de una inmensa zona despoblada.
Ahora sí, retomamos la historia del Sr. Pearce.
Corría el año de 1819 cuando nuestro protagonista cometió el error de robar seis pares de zapatos, y no fue el único error ya que lo pillaron. La pena por su acción fue siete años de trabajos forzados en Australia. Bueno, si habéis visto la película “Papillon” os podéis hacer una idea. El penal Macquarie Harbour, lugar al que fue enviado el pobre Sr. Pearce, no era precisamente un balneario de reposo. A un lado el océano y al otro hectáreas y hectáreas despobladas de selvas, zonas pantanosas y ciénagas, donde los guardias eran aún más canallas que los propios presos, que morían víctimas de los trabajos forzados, los malos tratos, de hambre o de enfermedad.
¡Qué horror! ¿Qué le esperaba al pobre Sr. Pearce? No es de sorprender que los presos tuvieran constantemente en su cabeza la idea de la fuga, aunque de aquel lugar se decía que los carceleros no se molestaban en perseguir a los prófugos, que el propio terreno se encargaba de acabar con ellos ya que ninguna persona era capaz de vivir allí. No obstante, el Sr. Pearce opinaba que su condena era del todo desmesurada y no estaba dispuesto a cumplirla si podía evitarlo.
Pasaron tres largos años en el penal y llegó el momento de la fuga para el Sr. Pearce, la planeó junto con otros siete amigos: Alexander Dalton, Thomas Bodemham, William Kennerly, Matthew Travers, Edward Brown, Robert Greenhill y John Mother. De modo que los ocho compañeros se fugaron.
Los víveres que lograron reunir no duraron mucho, apenas una semana y cuando se terminaron, los ocho amigos ya no lo eran tanto. Un buen día, a Greenhill se le ocurrió decir: “como siga esto así tendremos que…. comernos”, ese día nadie le hizo caso pero con el paso del tiempo…. ¡Dios, que hambre!
Llegó un momento en el que Greenhill y su amigo Travers se fijaron en Dalton. El delito que había cometido para acabar allí era la traición, era un chivato en potencia, así que, qué mejor candidato, siendo él la víctima seguro que no podrá contar lo que pretendían hacer. De modo que, sin mediar palabra, Greenhill toma su hacha y ¡zas! Le cortó la cabeza.
Cuando Greenhill y Travers cuentan lo sucedido a los demás estos se horrorizan, pero…. ¡Dios, que hambre!, “umh…. si ya está muerto por lo menos que su cuerpo sirva para que los demás podamos sobrevivir” dijeron. Dicho y hecho, Greenhill lo abrió en canal y bueno…. os ahorraré los detalles, Dalton fue repartido entre sus compañeros. Ese fue el final de Dalton, pero claro, el final de Dalton y el de su cuerpo. Quedaban siete.
Seguían pasando las jornadas y no encontraban ni pueblos, ni granjas, ni asomo de civilización y por supuesto, tampoco alimento. El hambre volvió a aparecer. Entonces se fijaron en Brown y Kennerly, parecían muy débiles, seguramente no aguantarían, ¿y si…? Cómo debieron ser las miradas de las que fueron objeto para que enseguida se les encendieran las alarmas, no lo dudaron ni un segundo, ambos dieron media vuelta simultáneamente y echaron a correr como locos. Aquí se produjo una situación dantesca, Brown y Kennerly corriendo desesperadamente por salvar la vida en medio de los pantanos mientras que sus cinco compañeros los perseguían en una alocada carrera con la intención de darles caza para comérselos. Esta persecución duró días. Finalmente consiguieron escapar pero al poco murieron por desnutrición, al menos, salvaron sus cuerpos. Quedaban cinco.
Greenhill, con su hacha afilada, no volvería a perder una ocasión. El hambre les atenazaba. Y la ocasión no tardó en llegar, Bodemham se separó un momento del grupo, situación que aprovechó Greenhill para seguirle, se acercó sigilosamente por detrás y ¡zas! Le cortó la cabeza.
Esta vez el resto del grupo no tuvo tantos escrúpulos, sin perder un segundo sus cuatro amigos se abalanzaron sobre el cuerpo de Bodemham aún caliente como una manada de lobos salvajes y dieron cuenta de él. Quedaban 4.
Al poco tiempo, se encontraron en la misma situación. El siguiente en el punto de mira fue Mather, de los cuatro era el más callado, el más sumiso, el más gregario y esto fue su final. Greenhill se acercó a él por la espalda, pero esta vez no fue tan sigiloso. Mother, en el último segundo se dio cuenta e intentó evitar el golpe, aunque no lo consiguió del todo, quedó malherido, con un tajo en el cuello, tirado en el suelo. Sus tres amigos se acercaron lentamente a él mirándolo fijamente. No retrasaron su agonía, Greenhill se acercó y ¡zas! ¡Ahora sí! Quedaban 3.
Claro, como es normal, Travers ya no se fiaba de su querido amigo Greenhill. Discutieron y ¡zas! Greenhill acabó con él. Quedaban 2.
Habían pasado dos meses de canibalismo y solo quedaban dos. ¿Os imagináis la situación? Ni que decir tiene que Greenhill y el Sr. Pearce no se quitaban ojo. Pasaron tres días de absoluta tensión hasta que en la noche del tercer día Greenhill no aguantó más, le pudo el sueño y dio una cabezada, su última cabezada, ya que el Sr. Pearce aprovechó ese instante para arrebatarle el hacha de las manos y ¡zas! Solo quedaba uno.
La cabeza de Alexander Pearce
El Sr. Pearce secó al Sol un brazo y una pierna del Sr. Greenhill y se echó a la aventura, y así estuvo un tiempo hasta que la policía dio con él y volvió de regreso al penal de Macquarie Harbour.
Aunque corrían rumores de canibalismo, nada se pudo demostrar, de modo que, antes de cumplirse un año de su recaptura Alexander Pearce volvió a escaparse, esta vez acompañado de un joven preso llamado Thomas Cox.
Diez días más tarde las autoridades volvieron a cazar al Sr. Pearce, esta vez sí, fue acusado del asesinato del joven Thomas Cox y de haber practicado el canibalismo con sus restos. Lo curioso del caso es que cuando lo capturaron no solo llevaba lo que quedaba del joven Cox, si no también embutidos de cerdo y numerosa fruta. Es decir, esta vez no mató y devoró por hambre. Le había cogido el gusto.
Ante esta situación Alexander Pearce lo confesó todo, se había comido a seis personas. Fue encontrado culpable y condenado a morir en la horca, sentencia que se llevó a cabo la mañana del día 19 de Julio de 1824 en la cárcel de Hobart Town.
Sus últimas palabras antes de ser ahorcado fueron:
La carne humana es una delicia. Tiene un sabor mucho mejor que el pescado o la carne de cerdo

Curiosidades

La cabeza de Alexander Pearce se encuentra actualmente en una vitrina de la Academia de Ciencias Naturales Philadelphia debido a la curiosa afición del Profesor Norton de colecionar calaveras de personajes célebres. Su colección de cabezas ilustres supera el millar.

martes, 27 de noviembre de 2012

Andrei Romanovich Chikatilo

Breve reseña biográfica

Andrei Romanovich Chikatilo, alias “el carnicero de Rostov”, alias “la bestia de Rostov”, nació en Yablochnoye, una pequeña aldea de Ucrania en 1936, en el periodo de entre-guerras, entre las purgas de Stalin y la hambruna (entre 3 y 10 millones de personas murieron de hambre en el llamado genocidio ucraniano), un escenario dantesco en el que los cadáveres se amontonaban en calles. Siendo niño, aparte de la dura realidad que vivía, una serie de factores marcaron a fuego su personalidad. Su hermano mayor Stephan fue raptado y devorado por hambrientos campesinos. Si amigos, canibalismo en la Europa del siglo XX, canibalismo en la Rusia de Stalin. Y no fue un hecho aislado, podemos imaginar, o más bien no, el profundo miedo que desarrolló el pequeño Andrei. Otro factor, menos dramático pero también importante, fue que el padre de Andrei fue hecho prisionero en la 2ª Guerra Mundial, probablemente ya sabréis cómo trataba Stalin a sus soldados cuando eran capturados, directamente eran traidores y lo que les esperaba era una ejecución o el ingreso en un gulaj. Esto, para la familia de Andrei, se tradujo en la pérdida de la figura paterna y en la vergüenza para su familia.
Con semejante infancia, podéis imaginar cómo se desarrolló su adolescencia. Introvertido, incapaz de aceptar su miopía (sus primeras gafas las tuvo a los 30 años), y hasta los 12 se orinó en la cama. Constantemente fue el blanco de las humillaciones de sus compañeros. Desarrolló una extrema timidez hacia las mujeres, hasta el punto de hacer fracasar su primer intento sexual, por eyacular en pocos segundos mientras abrazaba una chica.
No obstante, Andrei obtuvo varios títulos (ingeniería, lengua y literatura rusa) y se convirtió en un fanático comunista miembro del partido. Consiguió un puesto como maestro de escuela, del que fue expulsado (se colaba en los dormitorios estudiantiles para verlas en ropa interior mientras se masturbaba con la mano dentro del bolsillo).
A pesar de sus problemas, pudo encontrar una esposa, y aunque era impotente y la mayoría de las veces no lograba conseguir ni sostener una erección, consiguió dejarla embarazada. Andrei era un marido amoroso, de carácter estable y trabajador, un padre de familia responsable, un respetado miembro del Partido Comunista. Discreto, vivía con la rigurosa austeridad que correspondía a un verdadero soviético. Pero eso era solo una cara de la moneda.

La otra cara de la moneda

La cabaña
22 de diciembre de 1978, su primer asesinato, con 42 años. Convenció a una niña de nueve años para que se fuera con él a una cabaña que poseía en las afueras de la ciudad. Una vez allí la desvistió con violencia. Accidentalmente, le hizo un rasguño del que brotó sangre, hecho que le propició una erección inmediata, estableciendo el vínculo fatal entre sangre y sexo. Luego, sacó un cuchillo y se lo clavó a la niña en el estómago. Con cada puñalada notaba que se acercaba más al orgasmo, por lo que no cesó de hacerlo hasta la eyaculación.



Dos días después de este crimen la policía encontró los restos de la niña en el río Grushovka, y cerca de la cabaña de Chikatilo una gran mancha de sangre. Los policías interrogaron al hombre, pero acabaron inculpando a otro agresor sexual, Alexander Kravchenko.
Aunque este encuentro con la policía le hizo andar con pies de plomo ya que no volvió a actuar hasta 3 años después, cuando Chikatilo asesinó por segunda vez. El 3 de septiembre asaltó a su segunda víctima, llamada Larisa Tkachenko, prostituta de 17 años de edad. La convenció de ir con él al bosque para tener relaciones sexuales, pero falló en el intento por lo que ella se rio de él, esto lo enfureció, perdió el control, estranguló a la mujer y eyaculó sobre el cadáver, mordisqueó su garganta, le cortó los senos y en su frenesí se comió los pezones. Luego, comenzó a lanzar aullidos mientras bailaba una danza de guerra alrededor del cuerpo, dejó el cuerpo sin vida con un palo enterrado. En esos momentos supo que volvería a matar. Los dos primeros asesinatos de Chikatilo tuvieron cierto carácter fortuito. Es posible que, en ambos casos, sus intenciones fueran solamente de índole sexual. Los gritos de terror le excitaban, pero era el asesinato en sí lo que presentaba para él el acto sexual supremo.
Su tercera víctima fue Lyuba Biryuk, fue raptada de una villa y fue acuchillada 40 veces en el bosque. Le mutiló los ojos, y esto se volvería algo común en sus asesinatos, la firma mortal de Chikatilo. Posiblemente en la absurda creencia de que en los ojos de las victimas podía reflejarse la imagen del asesino.
Chikatilo asesinó a otras tres personas ese año, y entre ellas se encontraba su primera víctima masculina, Oleg Podzhivaev de 9 años de edad. El cuerpo no se encontró pero Chikatilo afirmó ser el responsable y que le había arrancado los genitales. La prensa estaba enloquecida con el asesino en serie, el modus operandi era siempre el mismo, sus víctimas siempre se encontraban en los bosques, con indicios de violencia y sadomasoquismo, y en ocasiones les faltaban miembros a las víctimas. Se trataba de niños, niñas y chicas jóvenes. Entre ellos había muchos escapados de casa y retrasados mentales, pues se dejaban convencer más fácilmente y agradecían su ayuda en el laberinto del sistema de transportes local, con el que no estaban familiarizados.
En 1984 asesinó a 15 personas, mientras el tiempo entre sus asesinatos iba disminuyendo el número de víctimas iba en ascenso. Chikatilo los elegía entre la multitud en estaciones ferroviarias y en paradas de autobús, y con algún pretexto, los convencía para que lo siguieran a alguna zona boscosa. Una vez allí les infringía numerosas puñaladas. Casi todas las víctimas sufrían la mutilación de los ojos. A las adolescentes o chicas jóvenes les seccionaba los pechos o los pezones, ya fuera con sus afilados cuchillos o con los dientes. El útero era extirpado con tal precisión que todos los cirujanos de la provincia de Rostov pasaron a ser sospechosos en potencia.
Mientras las violaba, se enfurecía tanto por llegar tan rápidamente al orgasmo que les machacaba la cara a golpes. Para ocultar su impotencia, a veces, con la ayuda de una ramita, colocaba el semen en la vagina de la víctima. En el caso de los niños, los atacaba nada más hallarse a solas con ellos en el bosque: un golpe para aturdirlos con las manos atadas y unos golpes de cuchillo poco profundos para establecer su dominio sobre ellos. Posteriormente los mutilaba a mordiscos, les cortaba los genitales o solamente extirpaba los testículos, que guardaba a modo de trofeo. En algunas ocasiones realizaba estas amputaciones cuando la víctima se hallaba aún con vida, aunque no consciente. En ninguno de los casos se encontraron las partes del cuerpo seccionadas en las cercanías de la escena del crimen.
Además practicaba actos de canibalismo, en sus declaraciones confesaría que le gustaba tragarse las partes del cuerpo más blandas. En 1981, se convirtió en funcionario de abastecimiento de una fábrica, y el trabajo, que le obligaba a recorrer una buena parte de la región, le proporcionaba la fachada perfecta.

Primer arresto
El Instituto Serbsky de Moscú diseñó el perfil de un hombre ostensiblemente normal, probablemente casado, con un trabajo regular. Por el semen hallado en los cuerpos de sus víctimas, se supo que su sangre era del grupo AB. El 14 de septiembre de 1984, detuvieron a Chikatilo en el mercado de Rostov, pues en líneas generales encajaba con la descripción del asesino, pero no pudieron demostrar nada más.
Chikatilo parecía un hombre respetable, y tras hacerle un análisis de sangre, ésta resultó ser de grupo A. Enseguida fue puesto en libertad sin cargos. Por esas alturas, los archivos de la policía contenían datos de unos 26.500 sospechosos. Cuando apareció el cadáver número 30, los periódicos empezaron a dar noticias del posible asesino en serie.


Fue arrestado por comportamiento impropio en la estación de autobuses de Rostov y fue sentenciado a 15 días en prisión. La policía creía que él era el asesino, así que compararon la sangre de Chikatilo con el semen encontrado en los cuerpos de las víctimas e inexplicablemente no era el mismo tipo de sangre.
El 17 de octubre de 1990 volvió a matar en un bosque cercano a la estación de Donlesjoz.

Captura y confesión
Este crimen absorbió a toda la policía local y a una fuerza antidisturbios de 100 hombres. Pero dos semanas después, Chikatilo volvió a actuar, y ésta vez fueron unos 600 detectives los encargados de investigar a lo largo de la línea de los bosques, en dónde montaban guardia tres o cuatro oficiales en los apeaderos más aislados.
El 6 de noviembre de 1990, uno de estos detectives, un sargento llamado Igor Rybakov, vio surgir del bosque un hombre con traje y corbata. Mientras observaba cómo éste se lavaba las manos en la fuente advirtió que tenía un dedo vendado y una mejilla manchada de sangre. Le pidió los documentos y elevó un informe de rutina. Cinco días después encontraban un nuevo cadáver en ese mismo lugar el cual estimaron que llevaba muerto más o menos una semana.
El homicida tenía que haber pasado por la estación, y el culpable no podía ser otro que el sospechoso del informe de Rybakov. Lo arrestaron el 20 de noviembre, sospechoso de haber asesinado a 36 víctimas, todos ellos mujeres y niños. Su esperma, aunque no su sangre, sí era AB.
Al principio alegaba ser un ciudadano normal, el 27 de noviembre prometió que estaba dispuesto a aportar pruebas de sus crímenes si no continuaban atosigándole con los interrogatorios que le recordaban los detalles, y dos días después se derrumbó ante un psiquiatra a quién acabó confesando 53 asesinatos. Posteriormente guió a los investigadores a los distintos lugares con la esperanza de que el número de muertes lo convirtiera en un "espécimen de estudio científico".

Escribió una declaración firmada para el Fiscal General, que decía:
Me detuvieron el 20 de noviembre de 1990 y he permanecido bajo custodia desde entonces. Quiero exponer mis sentimientos con sinceridad. Me hallo en un estado de profunda depresión, y reconozco que tengo impulsos sexuales perturbados, por eso he cometido ciertos actos. Anteriormente busqué ayuda psiquiátrica por mis dolores de cabeza, por la pérdida de memoria, el insomnio y los trastornos sexuales. Pero los tratamientos que me aplicaron o que yo puse en práctica no dieron resultados.
Tengo esposa y dos hijos y sufro una debilidad sexual, impotencia. La gente se reía de mí porque no podía recordar nada. No me daba cuenta que me tocaba los genitales a menudo, y sólo me lo dijeron más tarde. Me siento humillado. La gente se burla de mí en el trabajo y en otras situaciones. Me he sentido degradado desde la infancia, y siempre he sufrido. En mi época escolar estaba hinchado a causa del hambre e iba vestido con harapos. Todo el mundo se metía conmigo. En la escuela estudiaba con tanta intensidad que a veces perdía la consciencia y me desmayaba. Soy un graduado universitario. Quería demostrar mi valía en el trabajo y me entregué a él por completo. La gente me valoraba pero se aprovechaba de mi carácter débil. Ahora que soy mayor, el aspecto sexual no tiene tanta importancia para mí, mis problemas son todos mentales.En los actos sexuales perversos experimentaba una especie de furor, una sensación de desenfreno. No podía controlar mis actos. Desde la niñez me he sentido insuficiente como hombre y como persona. Lo que hice no fue por el placer sexual, sino porque me proporcionaba cierta paz de mente y de alma durante largos periodos. Sobre todo después de contemplar todo tipo de películas sexuales. Lo que hice, lo hice después de mirar los vídeos de actos sexuales perversos, crueldades y horrores.

Lo que la policía dedujo de esta declaración, es que fue un burdo intento de declarar enajenación mental.
Juicio y ejecución

En octubre de 1991 se dieron a conocer sus conclusiones, diagnosticando que el asesino estaba "legalmente cuerdo". El juicio de Andrei Chikatilo se inició en abril de 1992 y duraría hasta octubre de ese mismo año. Éste, con la cabeza rasurada, presenció su juicio desde un cubículo de metal. El primer día deleitó a los fotógrafos esgrimiendo una revista porno, pero más tarde, abatido, se quitó la ropa y meneó su pene gritando:
Fíjense que inutilidad, ¿Qué piensan que iba a hacer con esto?
Los jueces no dudaron en anunciar el veredicto que habían nominado: el 15 de octubre de 1992 fue sentenciado a la pena capital, y ejecutado con un tiro en la nuca en la prisión de Moscú el 14 de febrero de 1994.
Curiosidades
Durante un tiempo Andrei Chikatilo fue el mayor asesino en serie de la Unión Soviética, hasta le detención del asesino del martillo “Alexander Pichushkin” más recientemente.
La bibliografía es amplia y ha inspirado novelas como “el niño 44”. Su historia ha sido llevada al cine en películas como “Citizen X” y “Evilenko”.


lunes, 26 de noviembre de 2012

Jack el destripador

Breve introducción

Mapa de Whitechapel

Jack el Destripador” es el nombre dado por la prensa a un asesino en serie que actuó en el East End de Londres a finales del sXIX. Otros apodos son: “el asesino de Whitechapel” o “delantal de cuero”.

Jack no fue niel primero ni el más prolífico de los asesinos en serie de la historia, pero diversas circunstancias han hecho que sea el más conocido de todos:


·         Jack apareció en Londres, la gran metrópolis de la época, con lo que su repercusión fue mucho mayor.
·         Los asesinatos ocurrieron justo en el momento en que la prensa tenía la capacidad de llegar a todo el mundo. De hecho, el seguimiento del caso por parte de los periódicos, la narración de sus crímenes y la publicación de las investigaciones policiales hicieron aumentar las tiradas de las rotativas.
·         El uso político que dieron los diferentes partidos de sus crímenes.
·         Su salvaje y preciso método de actuación.
·         Y naturalmente, que nunca fue capturado.

Victimas
Eran mujeres. No está del todo claro cuántas fueron. Las cinco aceptadas por la mayoría de los ripperólogos fueron:
Ø  Mary Ann Nichols. 44 años. Asesinada el 31-08-1888
Ø  Annie Chapman. 46 años. Asesinada el 08-09-1888
Ø  Elizabeth Stride. 44 años. Asesinada el 30-09-1888
Ø  Catherine Eddowes. 46 años. Asesinada el 30-09-1888
Ø  Mary Jane Kelly. 25 años. Asesinada el 09-11-1888

Existen al menos una docena más de asesinatos que podrían, o no, ser obra de Jack.


Sospechosos
El número de sospechosos es elevado y aumenta con el tiempo. Muchos, a lo largo  de la historia, han creído cazar a Jack pero el caso sigue abierto. Algunos son:

Ø  El Príncipe Alberto Víctor, “Eddy”, Duque de Clarence: parece ser que el príncipe tenía algún tipo de retraso y que era asiduo de los ambientes más sórdidos de Londres. Como resultado de este tipo de vida se cree que “Eddy” contrajo la sífilis, lo que según el investigador Dr. Thomas Stowell, le daría el móvil de los crímenes, la venganza.

Ø  La conspiración real: es quizá la más famosa de todas las teorías. Según esta, un miembro de la familia real británica habría mantenido relaciones con una prostituta católica llamada Mary Jane Kelly, incluso podrían haberse casado en secreto, y como resultado de esta relación habría nacido una niña. Así que, una heredera al trono sería una niña bastarda hija de una prostituta católica. Semejante escándalo no podía salir a la luz, de modo que desde la familia real se ordena la solución de este desagradable asunto. Dicha solución vendría dada, no por el asesinato directo de Mary Jane Kelly sino por el asesinato de cinco prostitutas para hacer creer que los crímenes son obra de un demente y no una conjura palaciega. Esta teoría ha sido llevada al cine en múltiples ocasiones como: “Desde el infierno” donde el autor material de los asesinatos es el oscuro Dr. Houchin, médico personal de la reina, o, mi favorita “Asesinato por decreto” donde Sherlock Holmes descubre que los crímenes son obra de una logia masónica siguiendo antiguos rituales.

Ø  Walter Sickert: el pintor inglés es el sospechoso favorito de la autora Patricia Cornwell, según la Sra. Cornwell pruebas de la culpabilidad de Sickert serían la similitud entre los escenarios de los crímenes y las obras del pintor, así como, pruebas de ADN que relacionarían a Sickert con una de las cartas supuestamente enviadas por Jack.












Ø  Aarón Kosminski: el actual sospechoso de Scotland Yard, fue militar origen polaco, tenía nociones de anatomía y fue identificado por un testigo (aunque posteriormente se retracto).

Ø  Jill la destripadora: ya el inspector Abberline sugirió la posibilidad de que el asesino fuera una mujer.

Ø  Y un número indefinido de sospechosos más.

Curiosidades del caso
Cientos de cartas fueron enviadas a la policía y a la prensa pretendiendo ser escritas por Jack, la mayoría falsas. Los expertos creen en la autenticidad de tres:
Ø  Dear Boss
Ø  Saucy Jacky
Ø  From hell, en esta iba incluido medio riñón humano (posiblemente el de Catherine Eddowes)

La bibliografía sobre Jack el destripador es incontable, si te ha interesado te recomiendo busques más información en los archivos de Scotland Yard que cualquiera puede visitar o en la página web casebook.